El abuso de antibióticos en ganadería contribuye notablemente a la resistencia antimicrobiana, que causa la muerte de 700.000 personas al año en el mundo. Ésta aparece cuando una bacteria se hace resistente al antibiótico que se usa para tratar la infección que produce. Añadir antibióticos a los piensos ganaderos es una práctica muy habitual. A menudo, esto se traduce en que las personas que manejan esos insumos entran en contacto con bacterias que se vuelven resistentes, y que probablemente acaben contagiando a otras personas, incluso ajenas al mundo rural, a través de la comida, el contacto o el medio ambiente. Afortunadamente, existen herramientas para minimizar ese riesgo, así como evitar la presencia de trazas de antibióticos en las carnes.
Según la OMS, Organización Mundial de la Salud, actualmente se utilizan más antibióticos en la producción de alimentos que en la atención médica a personas. La administración sistemática de antibióticos en ganadería hace que los microorganismos causantes de determinadas enfermedades se hagan resistentes a estos fármacos, que acaban por perder su efectividad. Cuando determinados microorganismos resistentes llegan a las personas, no hay solución: 25.000 humanos mueren al año en la Unión Europea por esta pérdida de efectividad de los tratamientos; 700.000 en todo el mundo. La nueva Norma del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE) Insumos Green® para Ganadería permite a las empresas obtener un aval de que sus insumos son de origen natural, no sintéticos ni genéticamente modificados, y que están convenientemente registrados para su uso en ganadería, con objeto de prevenir la necesidad de antibióticos en el proceso de producción y transformación de alimentos de origen animal.
Asimismo, esta certificación contempla el uso de sustancias que pueden utilizarse para el control de plagas y enfermedades, y limpieza y desinfección de instalaciones con bajo poder residual y de carácter no sintético.
Hasta ahora no existía ninguna norma a la que los ganaderos pudieran adherirse para demostrar que sus productos no incorporaban restos de antibióticos, algo que sólo puede acreditarse mediante la certificación ecológica que, por ende, debe estar libre de éstas y otras sustancias nocivas para la salud. Los insumos garantizados por esta norma protegerán el medio ambiente y la salud de los consumidores, al proporcionar herramientas que posibilitan una producción animal más sostenible, minimizando la incorporación de residuos a nuestro entorno y la presencia de antibióticos en los alimentos.