SABER ELEGIR

0
SABER ELEGIR

Mi hija Paloma, sabe que no debe comer chucherías o galletas elaboradas con grasas saturadas o aceite vegetal hidrogenado. Sin embargo, no entiende que tampoco me guste que tome estos productos, aunque estén preparados con aceite de girasol. Para ella si pone el logo del solecito, es sinónimo de permitido.
Sin embargo, que sea “menos malo” no es equivalente a que “sea bueno”.
Curiosamente y reforzando esta tesis, se publicaron en una revista importante de Nutrición, los datos, no comunicados en su día, de un estudio realizado en los años 60. En esa década se sabía que las grasas saturadas eran perjudiciales para la salud, pero no estaba claro por qué otros alimentos debían sustituirse. Así a pacientes que habían sufrido un infarto de miocardio, se les asignó a dos posibles grupos: uno al que le recomendaron cambiar las grasas saturadas por aceite de girasol y otro que sirvió de control. Para sorpresa de los investigadores, no solo no disminuyó el riesgo de presentar nuevos eventos cardiovasculares y la mortalidad, si no que aumentó en el grupo asignado a aceite de girasol. No sabemos por qué intereses no se llegaron a publicar los datos en su fecha, pero otros trabajos parecidos, que se han realizado posteriormente, también apuntan en la misma dirección.
El aceite de girasol prácticamente solo contiene ácido linoleico (un tipo de ácido Ω6). La relación entre los ácidos grasos Ω6 y los Ω3 (procedentes de los pescados) ha aumentado notablemente en la dieta occidental, respecto a lo que comían nuestros antepasados, y se piensa que esto podría aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Afortunadamente en España la gran mayoría de la población utiliza el aceite de oliva para cocinar y aliñar que, como saben, ejerce un efecto beneficioso sobre la salud. Un caso diferente es del “girasol alto oleico”, que se emplea cada vez más en la industria alimentaria, y que es una variedad que contiene proporciones elevadas de ácido oleico; éste es el componente principal del aceite de oliva, por lo que presenta perfil mucho más favorable para la salud que el girasol normal.
El orden de elección (de mejor a peor) sería: oliva virgen extra, oliva, girasol alto oleico, girasol, grasas saturadas (animales, coco, palma) y aceite vegetal hidrogenado. Lo difícil no es solo enseñar la teoría a nuestros hijos, si no educarlos para que quieran llevarlo a la práctica.

Gabriel Olveira Fuster

Especialista en Endocrinología y Nutrición y ejerce su labor asistencial en la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional Universitario de Málaga como Jefe de Sección. Es profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga e investigador del Instituto de investigación Biomédica de Málaga. Tanto su actividad asistencial, en el hospital, como sus trabajos de investigación están relacionados principalmente con la Nutrición Clínica y Dietética y la Diabetología. Ha publicado libros y artículos científicos en revistas especializadas en este campo.  Colabora como articulista para “Málaga en la Mesa” del Diario Sur en temas de divulgación sobre Nutrición.