Seguro que en las pasadas Navidades la canela condimentó algunos de nuestros postres. Aunque en España, esta especia se emplea, sobre todo, para acompañar alimentos dulces, su uso también se extiende a numerosos platos salados a los que aporta un toque de sabor y exotismo. En la película “el Chef”, dicho toque ayudó a un famoso cocinero francés a no perder las estrellas Michelín de su restaurante…
La canela, al igual que otras especias, procede de países orientales y fue un bien muy preciado desde la antigüedad. En la Biblia se recoge que era “más valiosa que el oro”. Se utilizó para realizar ofrendas a los dioses, para embalsamar, para hacer perfumes o emplear sus poderes curativos. Se cuenta que el emperador romano Nerón, tras asesinar a su esposa en un ataque de ira y como muestra de arrepentimiento, ordenó que quemaran, en su funeral, la producción de canela de todo un año. Parece que fueron, precisamente, los romanos los que comenzaron a emplear pequeñas cantidades de especias para condimentar los platos (no solo como conservante o medicamento).
A la canela, como a otras especias, se le atribuyen numerosas propiedades curativas, aunque muchas de ellas, sin aval científico comprobado. No obstante, también es el ejemplo de cómo la ciencia puede estudiar sistemáticamente los supuestos beneficios para la salud de un producto natural. Así, parece mejorar el control metabólico de las personas con diabetes y reducir los niveles de colesterol. Como en el caso de otros alimentos y bebidas, su elevado contenido en polifenoles y de otros componentes bioactivos, podría ser la clave de sus efectos terapéuticos.
La mayoría de trabajos están realizados en cultivos celulares y en modelos animales siendo más escasos los estudios en humanos. Estos últimos parecen apuntar que realmente podrían mejorar, al menos a corto plazo, los niveles de glucosa. No obstante, dado el escaso número de pacientes estudiados, por ahora, los resultados no son concluyentes. Por ello, el oráculo de la evidencia científica (La “Cochrane database”) todavía mantiene su escepticismo sobre su empleo rutinario para la clínica diaria. Mientras se disipan las últimas dudas, les recomiendo que alquilen “un toque de canela”, una magnífica película intimista en la que las personas “se miran a los ojos” y las especias, en los alimentos como en la vida, sirven para hacer especiales los días evitando la monotonía.