DUROS A PESETAS

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DUROS A PESETAS

Desde la antigüedad la sal ha sido un ingrediente muy apreciado para dar sabor a los alimentos y como conservante. Su valor era altísimo e incluso, en ocasiones, los soldados romanos recibieron su paga en forma de sal (su “salario”). En los evangelios, Jesús exhorta a sus discípulos a ser la “sal de la tierra”, porque una pequeña cantidad es capaz de de darle sabor a toda la comida.
Sin embargo, la sal ha pasado de ser un nutriente que se tomaba en pequeñas dosis, a consumirse en exceso. La Organización mundial de la Salud, actualizó sus guías sobre consumo de sal, recomendando una ingesta máxima de 5 gramos al día (el equivalente a unos 2 gramos de sodio). Sin embargo, en España, se consume, de media, más del doble de lo propuesto. La gran mayoría de la sal se añade durante el procesado de los alimentos y solo un 10-15% procede de los ingredientes naturales. Las fuentes más importantes de sal en nuestra dieta son el pan, los embutidos y derivados cárnicos, aperitivos salados, alimentos precocinados, conservas, galletas y cereales…
Una ingesta elevada de sodio se ha asociado a numerosas enfermedades especialmente a hipertensión, enfermedad cardiovascular y accidentes vasculares cerebrales. Con un descenso en el consumo de 5 g de sal se lograría una bajada de la tensión arterial sistólica (máxima) de hasta 5 mm Hg, en personas hipertensas, y de 2,5 mm Hg, en las personas con tensión normal. Aunque a nivel individual el efecto puede parecer insignificante, en la comunidad el ligero descenso de la tensión arterial en toda la población, podría evitar en torno a un 16% de las muertes por infartos de miocardio, un 22% por accidentes vasculares cerebrales, así como una reducción al 50% de las personas que requieren tratamiento antihipertensivo. Esto se traduciría en menor sufrimiento para las personas, pero también, en términos económicos, a disminuciones importantes de los costes sanitarios que generan estas enfermedades.
Hoy día, es realmente difícil hacer una dieta baja en sal y el empeño por conseguirlo escapa de la esfera púramente individual. Por ello, son necesarias políticas de salud, coordinadas entre diferentes ministerios, y la apuesta decidida de la industria alimentaria para conseguirlo. En época de crisis reducir el consumo de sal se convierte en una magnífica inversión para la sociedad: por cada euro se generarían 5. Lo dicho, duros a pesetas.

Gabriel Olveira Fuster

Especialista en Endocrinología y Nutrición y ejerce su labor asistencial en la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional Universitario de Málaga como Jefe de Sección. Es profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga e investigador del Instituto de investigación Biomédica de Málaga. Tanto su actividad asistencial, en el hospital, como sus trabajos de investigación están relacionados principalmente con la Nutrición Clínica y Dietética y la Diabetología. Ha publicado libros y artículos científicos en revistas especializadas en este campo.  Colabora como articulista para “Málaga en la Mesa” del Diario Sur en temas de divulgación sobre Nutrición.