Los huevos que compramos en los establecimientos de alimentación son «huevos frescos» o «huevos de categoría A», que se caracterizan porque deben presentar la cáscara intacta y limpia, y una fecha de consumo preferente de 28 días tras la puesta.
Las indicaciones del envase nos informan sobre el producto y nos ofrecen consejos de conservación y consumo, siendo su mejor garantía de calidad y seguridad.
La etiqueta de los estuches de los huevos deberá presentar, en lugar visible, la siguiente información:
1) fecha de consumo preferente, mediante la frase «consúmase preferentemente antes del»: seguido del día y mes;
2) consejo de almacenamiento, indicando que se aconseja mantener refrigerados los huevos después de la compra;
3) número de huevos estuchados; nombre o razón social y domicilio de la empresa que embale o haya mandado embalar los huevos;
4) categoría en razón del peso, supergrandes, o XL (más de 73 grs.), grandes, o L (entre 63 y 73 grs.), medianos, o M (entre 53 y 63 grs.), y pequeños, o S (menos de 53 grs.); y
5) número del centro de clasificación, código de nueve cifras, que para los centros de clasificación españoles comienza por 1114…, y es el número de autorización oficial dado al centro.
En los huevos vendidos a granel deben indicarse claramente al consumidor (mediante un cartel en el punto de venta o una nota suministrada en el momento de la compra) la categoría de calidad y peso, la identificación del centro de embalaje, fecha de consumo preferente y modo de conservación, así como el país de origen en el caso de huevos importados.
Un huevo fresco procedente de ponedoras sanas, recogido y manejado en condiciones higiénicas de garantía, no permite pensar en una contaminación en origen, no obstante, a la hora de manipularlos se deben tomar algunas precauciones para prevenir toxiinfecciones: “no lave los huevos” antes de meterlos en el frigorífico para su conservación, “cuaje bien las tortillas” y manténgalas en refrigeración, prepare la “mayonesa con la máxima higiene” y consérvela en el frigorífico hasta su consumo, no rompa el huevo en el borde de los recipientes donde los vaya a batir, “no separe las claras de las yemas” con la propia cáscara del huevo, y no deje los huevos, ni los alimentos que los contengan, a “temperatura ambiente”.
Si seguimos de forma sistemática estos sencillos consejos disminuiremos a niveles aceptables el riesgo de padecer enfermedades transmitidas por los huevos.
Nota. este artículo fue publicado en el suplemento “Málaga en la Mesa” del Diario SUR el 21/05/2016 y puedes acceder en el siguiente enlace: http://www.malagaenlamesa.com/noticias/201605/24/huevos-siempre-seguridad-20160524005121-v.html