EL MEJOR RESIDUO ES EL QUE NO SE GENERA

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EL MEJOR RESIDUO ES EL QUE NO SE GENERA

Existen estimaciones de que un tercio de la producción mundial de alimentos se pierde o desperdicia cada año, y de que esta cantidad permitiría alimentar a 2.000 millones de personas. El desperdicio alimentario es una oportunidad desaprovechada para alimentar a la población mundial y para combatir el hambre y mejorar el nivel de nutrición de poblaciones más desfavorecidas. 

Sin embargo, sin olvidar las consideraciones éticas, el desperdicio de alimentos plantea un impacto ambiental en términos de cantidad de recursos naturales finitos, como agua, tierra y recursos marinos utilizados en la producción de estos alimentos no consumidos.  

Los alimentos pasan por diferentes etapas desde el campo, la granja o el mar hasta que finalmente llegan al consumidor, produciéndose una reducción de la parte comestible de los mismos, aunque no siempre se puede considerar esta disminución como un desperdicio de alimentos.

El desperdicio alimentario se puede definir como el conjunto de alimentos o bebidas, que siendo aptos para el consumo humano, terminan por no ser consumidos.

Por lo que también se consideraría un alimento desperdiciado aquél que el consumidor ha olvidado que tenía en su despensa o nevera y que cuando se da cuenta, ya no está en condiciones de ser consumido, terminando en la basura. La Unión Europea estima que el hogar es responsable de un 42% de la comida que acaba en la basura.

Con estos datos, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, puso en marcha a principios de 2013 la estrategia “Más Alimento, menos desperdicio”, que tenía como objetivo fundamental prevenir el desperdicio de alimentos propiciando un cambio real de actitudes y procedimientos de trabajo, reduciendo las presiones ambientales y contribuyendo a un modelo de producción y consumo más sostenible.

De manera general, lo recomendado para reducir el impacto de nuestra actividad sobre el planeta, tal y como hacemos cuando consumimos un bien o un recurso como el agua, es seguir, siempre que sea posible, la regla de las “3 R”, es decir, Reducir, Reutilizar y Reciclar. Esta regla propuesta para cualquier producto, en el caso de los alimentos, permite introducir una cuarta “R”, la Redistribución.

La concienciación sobre la necesidad de prevenir y reducir la cantidad de alimentos que se desperdician es una tarea conjunta de toda la sociedad. Todos debemos ser conscientes de que con pequeños actos como planificar nuestro menú semanal, hacer una lista de la compra o pedir que nos pongan en una fiambrera las sobras en el restaurante, ayudamos a operar este cambio de hábitos y, por último, debemos tener como lema que “el mejor residuo es el que no se genera”.

Nota. este artículo fue publicado en el suplemento “Málaga en la Mesa” del Diario SUR el 7/11/2015 y puedes acceder en el siguiente enlace:

http://www.malagaenlamesa.com/noticias/201511/11/alimento-menos-desperdicio-20151111205419.html

Angel Manuel Caracuel García

De Marbella (con Rh de varias generaciones) pero con residencia de más de 20 años en Antequera. Doctor en Veterinaria (Universidad de Córdoba), y Experto Universitario en Gestión de Seguridad Alimentaria (EASP y Universidad de Granada). Mi carrera profesional la comencé trabajando en clínica de pequeños animales en "Vetéritas" y posteriormente en asesoría alimentaria en el "Laboratorio Agroalimentario Torcalidad", y desde mayo de 2000 y hasta la fecha, trabajo como Veterinario Bromatólogo en el Hospital Regional Universitario de Málaga (Servicio Andaluz de Salud). Académico de Número de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de Andalucía Oriental desde 2000, y Coordinador del Grupo de Estudios de “Normalización en Alimentación Hospitalaria” GENAH de la SANCYD desde 2010. Colaboro asiduamente en el suplemento gastronómico del diario SUR, "Málaga en la Mesa", y en la revista "Restauración Colectiva".